lunes, 2 de diciembre de 2013

VI.

Me baño en un manantial hirientes, mi carne se incendia como cuerpo celeste.

Retrocedo  dos pasos, me apago a pedazos, me vuelvo la sombre sepultada en el lago.

Busco la estabilidad de las temperaturas reflejadas en tu aura.

Pero estoy fatigado por tanta carga que debo sostener, a lo largo del viaje que mis sentimientos tuvieron que sostener.

Como pirañas famélicas al borde de la desnutrición empezándose a comer sus entrañas.

Ojeo el libro que es tu corazón, una plaga rosa corriendo desenfrenada por tus venas corren un maratón hacia el epicentro de tu núcleo que bombea tu dulce vitalidad.

Sin palabras para concluir deja el telón abierto, dejo entreabierta la ventana donde los vientos de tu aliento solivian el arder de las llamaradas en mi espalda. Dejas inconcluso mi alivio total, tomo tu saliva pero no sacia mi sed por ti, ni saber cuando parar de escribir, sin rumbo a donde poderme dirigir.

L.C. & B.G.

V.

Un pensamiento venenoso es la estaca con la que la tonada del cantar de tu voz penetra mis timpanos y desbaratan la malla de la paz en mi.

Eres un fénix que en su ardiente vuelo destella luces anaranjadas, incendiando las paredes de mis entrañas e iluminan mis ojos con luceros de la calma y compasión que muestras al ser tu misma.

Reflejos de tu alma moran prensadas de los brazos con la mia, entre poemas halagadores, susurrados al oído de mi alma, por la melodía de tu voz sucumbo a tus plantas.

Lienzos unen nuestras manos en una implosión apasionada de calor que las funden en una estructura que se graba hasta mi corazón.

L.C.